Este 24 de diciembre, mientras casi todas las familias españolas se preparaban para celebrar la Nochebuena, la de Alan se sumía en la desgracia. Aunque seguramente no se trate de una desgracia privada, familiar, sino de un problema social: Alan era trans, y aunque unas semanas antes había conseguido el cambio de nombre en su DNI, el joven no pudo con la presión de la sociedad y se quitó la vida.
Tanto el logro de Alan (con la agrupación Chrisallys respaldando sus reivindicaciones de género) como su triste final deberían invitarnos a reflexionar sobre la situación de los transexuales en España y en Occidente. Como resorte para esa reflexión proponemos este interesante artículo de Ray Filar en OpenDemocracy, en el que se contrasta la creciente visibilidad y marketización de lo trans con lo que el autor considera el verdadero camino que debería seguir el movimiento: el del activismo interseccional.